Los integrantes de la raza humana, somos depredadores y tenemos la mala costumbre de pretender modificar el entorno para que éste sea funcional a nuestras necesidades cotidianas. Un ejemplo ridículo, podría ser el de los parques de las casa o de los pueblos. Se saca toda la vegetación autóctona y se la remplaza por pastos que visualmente quedan re lindos. Traemos flores de cualquier parte del mundo para decorar canteros, y plantamos árboles de crecimiento rápido. Esto no parece grave pero si se van sumando las hectáreas modificadas, estas son muchísimas y esto atenta contra una considerable cantidad de especies autóctonas. Estudios sobre la vegetación de la región Patagónica dio como resultado que más del 40% de las especies tienen algún principio activo para la producción de medicamentos, esencias o son alimenticias. Estoy seguro que deben de haber aun muchas cosas que todavía no tenemos la menor idea y justamente por este motivo podemos llegar a cometer errores potencialmente graves para el desarrollo sustentable de nuestra vida. Considero que hay una muy importante cantidad de plantas autóctonas que bien podrían entrar en la categoría de plantas decorativas y de esta manera no modificamos tanto el entorno. Un jardín del estilo de los jardines europeos son mucho mas agradables que un parque con coirones y abrojos. Pero estos parques modificados, recreando postales y recuerdos de nuestros antepasados, dan ese toque nostálgico y conocido que nos brinda “seguridad” de estar rodeado de cosas conocidas. Personalmente creo que esto forma parte de una costumbre que bien podría ser paulatinamente cambiada. Si tenemos en cuenta que casi todas nuestras costumbres europeas terminan por ser adaptadas a la vida en Sudamérica, podríamos empezar a pensar en modificar esta costumbre de arrasar con toda la vegetación para remplazarla por especies que no son de la región.
Hoy en día, cada vez más, solemos modificar y acomodar nuestra forma de vida de origen europeo a una forma un poco mas acorde a la vida en Sudamérica. Lamentablemente no supimos adoptar y rescatar formas preexistentes de habitar estas tierras que de alguna manera eran menos dañinas para el medio ambiente.
La sociedad cambió, nuestras necesidades cambiaron, nuestras forma de vida en gran medida por los avances en la tecnología cambiaron y por todo ello también cambiamos al planeta. Recién estamos empezando a tratar de entender qué le pasa al medio ambiente con nuestras acciones. No estoy seguro que podamos revertir los daños ya ocasionados, pero sin dudas deberemos empezar a tratar de vivir sin alterar tanto nuestro entorno y respetar a las especies que luchan por permanecer en su habitat.
Artículo publicado en El Portal Patagónico.
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